El etanol no daña motores ni encarece el combustible; al contrario, es una alternativa que beneficia a millones en América Latina.
A partir de 2026, Guatemala comenzará a mezclar gasolina con etanol avanzado, una práctica ya consolidada en más de 60 países alrededor del mundo. Esta medida ha generado cierta polémica y desinformación, especialmente en redes sociales, donde se afirma que el etanol puede dañar los motores de vehículos y motocicletas, elevar los costos o reducir el rendimiento del combustible.
Sin embargo, la evidencia demuestra lo contrario: el etanol no solo es seguro, sino que ofrece beneficios ambientales, económicos y mecánicos. Esta transición, lejos de ser un experimento, se basa en décadas de experiencia internacional.
El etanol no daña motores, los protege
Uno de los principales mitos que circulan es que el etanol daña los motores, especialmente en motocicletas. Sin embargo, marcas reconocidas como Suzuki, Yamaha, Honda y Bajaj ya certifican que sus vehículos funcionan perfectamente con mezclas de gasolina que contienen hasta un 10% de etanol.
Además, pruebas realizadas en Guatemala con distintos modelos y años de fabricación —incluyendo motocicletas— han confirmado que no hay efectos negativos. Al contrario: el etanol contribuye a mantener los motores más limpios, mejora la combustión y reduce el desgaste mecánico.
¿Y si el etanol fuera más costoso o menos eficiente?
Otra preocupación común es que el etanol reduzca la eficiencia del combustible y, por tanto, se terminen recorriendo menos kilómetros por litro. Sin embargo, a nivel mundial, se ha demostrado ser una solución que no afecta el rendimiento del vehículo. De hecho, en muchos casos mejora la potencia del motor, gracias a su alto contenido de oxígeno que permite una combustión más eficiente.
En cuanto al precio, la experiencia de países como Brasil, Colombia, Perú o Paraguay muestra que la gasolina con etanol no encarece el combustible. Incluso ha permitido reducir costos al sustituir aditivos derivados del petróleo, más caros y tóxicos.
No solo es eficiente, es más saludable
Hoy en día, la mayoría de los combustibles que usamos contienen aditivos químicos cuyos efectos sobre la salud son poco conocidos o comunicados. El etanol, en cambio, es un aditivo natural, biodegradable y mucho menos tóxico, lo que contribuye a reducir la contaminación del aire y los riesgos asociados a enfermedades respiratorias, especialmente en zonas urbanas con alto tránsito vehicular.
Esto representa una ventaja importante no solo para el medio ambiente, sino también para la salud pública. En contextos donde la calidad del aire es cada vez más preocupante —como sucede en varias ciudades mexicanas— adoptar soluciones como el etanol podría significar un cambio positivo.

Mitos con intereses: ¿Quién teme al etanol?
La resistencia al uso del etanol en Guatemala, como en otros países, no viene únicamente de la ciudadanía. Detrás de los rumores y las campañas de desinformación, hay intereses económicos muy concretos. Las grandes petroleras, que controlan el mercado de combustibles fósiles, ven amenazadas sus ganancias por una alternativa que promueve la independencia energética y reduce la dependencia de importaciones.
Actualmente, Guatemala importa la totalidad de sus combustibles, lo que la hace vulnerable a la volatilidad del mercado internacional. Incorporar esta sustancia permitiría diversificar fuentes de energía y avanzar hacia una soberanía energética. Una lección clave para países como México, que también enfrentan el reto de equilibrar desarrollo económico con sostenibilidad ambiental.
¿Y México? Una oportunidad para no quedarse atrás
Mientras Guatemala avanza hacia un futuro más limpio con el etanol, México también puede aprender de esta experiencia. Con una industria agrícola sólida, regiones productoras de caña de azúcar y una creciente necesidad de soluciones sostenibles, nuestro país está en posición de explorar seriamente el uso de etanol como complemento a los combustibles tradicionales.
Además de ser una opción viable, el etanol representa una oportunidad para descentralizar la producción de energía, reducir la contaminación y generar empleos en el campo.
El etanol no es una amenaza, sino una oportunidad. Los mitos que lo rodean responden a intereses económicos y al desconocimiento. La experiencia guatemalteca, sumada a la de decenas de países en América Latina y el mundo, demuestra que el etanol es un combustible seguro, eficiente y saludable. México tiene ante sí una alternativa que podría transformar su matriz energética, siempre que el debate se base en información real y no en desinformación.